Quedarse callado a veces esta bueno, lo he aprendido con el tiempo, antes quizás reaccionaba al toque y mandaba a todes a la recalcada pija de su padre y no había vuelta atrás, al menos para mí. Hoy día creo que el silencio también es un arma, aunque no siempre, a veces hacer silencio cuando alguien la está pasando como el ojete, te convierte en cómplice, en cagón, en un forro más que integra ese engranaje de pelotudos con personalidad comprada al por mayor en una barata de domingo.
Y otras veces, el silencio es una cachetada, un hermoso garrotazo de gigante, es una patada en las bolas del que se cree el más poronga, un desprecio que hiere más que cualquier otra cosa.

“Todo es cuestión de comprender el momento exacto en el que hay que hacer silencio.”

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